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jueves, 10 de abril de 2014

LO HEMOS LEÍDO EN… (XII de XII). LA COFRADÍA de JESÚS NAZARENO.

Lo hemos leído en el libro: “Breve Historia de la Semana Santa de Córdoba” del doctor en historia, D. Juan Aranda Doncel, publicado por la editorial Sarriá en al año 2001; en un artículo publicado en la Revista “Alto Guadalquivir, especial Semana Santa cordobesa 2001” por el mismo autor titulado: “Cofradías Penitenciales y Semana Santa en tierras cordobesas: cinco siglos de historia”; en la revista “Madrugá” número 10 correspondiente al mes de octubre de 2009 editada por la hermandad de Jesús Nazareno de Palma del Río (Córdoba) y en la revista: “Alto Guadalquivir, especial Semana Santa cordobesa 2002” en un artículo publicado por D. Miguel Salcedo Hierro titulado: “Por la señal de la Santa Cruz... Nazareno, Caído y Calvario”.

La tercera cofradía penitencial por orden cronológico de aparición es la cofradía de Jesús Nazareno. Estas cofradías son las últimas en aparecer pero despertarán un intenso fervor. Estas hermandades introducen aspectos originales y novedosos, su penitencia es distinta a como la venían practicando las hermandades que la precedieron: durante el recorrido procesional en la madrugada del Viernes Santo, van descalzos, con pesadas cruces de madrera sobre los hombros a imitación de Cristo camino del calvario.

Normalmente procesionan tres imágenes: Jesús Nazareno (imagen titular), la Dolorosa y San Juan. Los penitentes, llamados ahora nazarenos, visten túnicas moradas. Las fiestas religiosas que celebran a lo largo del año varían en las distintas localidades, las más comunes y extendidas serán: la Resurrección, la Invención y la Exaltación de la Cruz y la del Dulce Nombre de Jesús.

La primera cofradía nazarena fundada en tierras cordobesas se erige en la capital, sus reglas se aprueban el 21 de marzo de 1579.
Las hermandades de Jesús Nazareno que se fundan en la diócesis de Córdoba son:
En 1586 se crea la de Cabra siendo aprobados sus estatutos en julio de 1587.
En abril de 1589 se funda la de Baena.
A finales de 1589 o en los primeros meses del año siguiente, en el convento de San Agustín, la de Montilla.
Entre abril de 1592 y los primeros meses de 1593, en el templo parroquial, la de Aguilar de la Frontera.
En abril de 1593 se instituye la corporación nazarena de Priego de Córdoba, sus reglas se aprueban en marzo de 1594.
Poco tiempo después del año 1594, se crea la de Montemayor que ya estaba constituida en 1596.
Hacia 1596 se erigen las de Bujalance y Puente Genil.
El 26 de septiembre de 1599 se aprueban las reglas de la hermandad del Nazareno de Lucena erigida canónicamente en el convento dominicano de San Pedro mártir.

En el tránsito de los siglos XVI al XVII se fundarán cofradías de Jesús Nazareno en: Castro del Río, Fernán Núñez (1600), La Rambla (1603), Pozoblanco (1605-1606), Montoro y Palma del Río.

La última etapa de implantación de las cofradías de Jesús Nazareno en la diócesis de Córdoba corresponde al periodo 1610-1640:
Entre 1612 y 1623 se fundan las de Cañete de las Torres e Hinojosa del Duque.
Con anterioridad a 1615 se erige la de Villafranca (ermita de Santa Ana).
En marzo de 1624 la de Rute.
En 1633 la de Espejo.
En 1639 la de Santaella.

Las cofradías de Jesús Nazareno alcanzaron una gran difusión en toda la diócesis de Córdoba, en su mayoría se erigen en capillas dentro de los templos parroquiales, Iglesias de establecimientos hospitalarios y en ermitas.

La de Palma del Río se encuentra en el hospital de San Sebastián y ya existía en junio de 1610 a tenor de un documento existente en el Archivo General del Obispado de Córdoba por el que se piden cuentas a la hermandad por parte del visitador general del Obispado de Córdoba ante el notario Marcos de Covarrubias.

Las Estaciones de Penitencia de estas hermandades, al igual que sucediera con las de la Soledad de Nuestra Señora, se embeben de la estética barroca. La hermandad de Córdoba, en la madrugada del Viernes Santo, utiliza una trompeta de latón que abre la procesión a partir del primer cuarto del siglo XVII.

Los trompeteros van a formar parte de las procesiones nazarenas en las distintas localidades de la diócesis cordobesa. Un interesante testimonio nos lo brinda el vicario de Palma del Río en un informe remitido al obispado: “Otra procesión el Viernes Santo como a las seis de la mañana, llamada de Jesús por la cofradía de este nombre, que sale del Hospital de San Sebastián, en que sacan las imágenes del Señor con la Cruz a cuestas, de María Santísima, de San Juan Evangelista, Santa María Magdalena y la Verónica, en la que muchos de los hermanos con unas túnicas obscuras, unas caperuzas en la cabeza muy largas del mismo color y ceñidos con un cordón, y algunos tocando trompetas desordenadamente”. En estas trompetas está el origen de las actuales “bocinas” que según el protocolo de cada cofradía, se colocan al principio de la procesión o delante de los pasos.

Va a ser habitual la presencia de soldados romanos que desfilan junto a los pasos, las capillas musicales que entonan el Miserere al Nazareno y el Stabat Mater a la Dolorosa.

A finales de la década de los veinte del siglo XVII comienzan a incorporarse más imágenes al cortejo procesional, así aparecen San Juan, la Magdalena y la Verónica. Este fenómeno esta constatado en: Córdoba, Montilla, Cañete de las Torres, Montalbán, Villafranca, Santaella, Aguilar de la Frontera, La Rambla, Palma del Río, Posadas y Fernán Núñez.

Muchas cofradías van a renovar sus imágenes primitivas sustituyéndolas por otras de estética barroca, como ejemplo podemos citar a la hermandad de La Rambla que encarga en abril de 1621 la talla de Jesús Nazareno al imaginero cordobés Juan de Mesa y Velasco y la de Baena a Miguel de Perea.

Los pasos comienzan a ser cincelados en plata, también van a ser de plata las potencias, coronas de espinas y diademas de las imágenes, así como las varas que lucen los hermanos mayores. Ricas telas de seda van a ser utilizadas en las túnicas de los titulares, con bordados en oro y ceñidas con cordones dorados, los mantos de las Dolorosas se van a cuajar de estrellas de plata. Pero sin duda la suntuosidad barroca la vamos a encontrar en las lujosas cruces de plata que portan los Nazarenos y en la manifestación más genuina del auge de la etapa barroca como son los sermones y representaciones de la Pasión que tienen por escenario la plaza pública o un lugar céntrico. En la mañana del Viernes Santo, antes de salir la procesión o a mitad del recorrido, un predicador va describiendo la Pasión y hace intervenir a los pasos mediante una serie de movimientos. La imagen de la Dolorosa se acerca a la de Jesús Nazareno, simbolizando en encuentro de la Madre con el Hijo.

Estos sermones llamados “del Paso” logran un fuerte arraigo en la mayoría de poblaciones de la diócesis de Córdoba: Montoro, Castro del Río, Baena, Puente Genil, Aguilar de la Frontera, la Rambla, Montemayor, Priego de Córdoba, Rute, Cabra, Iznájar, Luque, Doña Mencía, Pozoblanco y Palma del Río.

Pero estas formas populares de representar la Pasión no van a durar. El edicto episcopal de Miguel Vicente Cebrián fechado en febrero de 1744 afectará de lleno a las cofradías de Jesús Nazareno ya que prohíbe las representaciones de la Pasión, las figuras bíblicas y los judíos. También el horario tradicional de la Estación de Penitencia quedará modificado al ordenarse que las procesiones deberán salir y recogerse con luz de día.

Estos planteamientos de signo ilustrado, pervivirán a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII. Una prueba de esta afirmación la encontramos en Iznájar cuando el obispo Martín de Barcia visita la localidad en 1765 donde manda que “las túnicas que sirven a las Sivilas, los vestidos de judíos y demás que sirven la Semana Santa se recojan inmediatamente por el vicario”.

En las primeras décadas del siglo XIX el obispo de Córdoba Pedro Antonio Alcántara de Trevilla, que ocupó la silla de Osio desde 1806 a 1832, mandó en noviembre de 1808, suprimir los sermones de: Castro del Río (sermón de Pasión), Fernán Núñez (sermón del Encuentro) e igualmente ordenó en 1809, en su visita a Palma del Río, suprimir el sermón “del Paso” que realizaba la hermandad de Jesús Nazareno en los llanos del Convento de San Francisco: “Hay una cofradía que sale a las cinco de la mañana del Viernes Santo llamada de Jesús Nazareno, y sacan a las imágenes del Señor con la cruz a cuestas, a María de la Piedad, San Juan Evangelista, María Magdalena y la Verónica, en la que van muchos hermanos con túnicas obscuras, unas caperuzas en la cabeza muy largas y algunos tocando trompetas. Sabemos que la procesión correspondiente, se hace con devoción, silencio y decoro; pero también sabemos que se detienen en el llano de San Francisco para oír un sermón de Pasión en que el predicador valiéndose de cláusulas imperiosas y citaciones a las Santas Imágenes, parece que las precisa a que hagan las inclinaciones que va anunciando; en lo que ciertamente encontramos ridiculeces, gesticulaciones, mímicas, y que el predicador se mete a operante de pruchinela o titiritero espiritual, debiendo limitarse a la relación historial grave y sencilla de la Pasión, acompañándola con las reflexiones santas que sobre ella deben hacerse”.

Todo esto culminaría cuando el Real y Supremo Consejo de Castilla encarga el 26 de marzo de 1819 al obispo Trevilla, la organización permanente de todas las procesiones de Semana Santa conforme a la reglamentación que redactó y aprobó para las de la Villa y Corte (Madrid) en el año 1805, como consecuencia de este mandato, el obispo Trevilla, promulgó unas disposiciones desde la visita pastoral girada a Pozoblanco, el 18 de octubre de 1820. Este reglamento constaba de 20 artículos y en la práctica suponía la supresión de la Semana Santa en la diócesis de Córdoba gracias a la nefasta actuación de este prelado al promulgar y exigir su cumplimiento. Este reglamento puede ser considerado como la mayor tentativa de suprimir la Semana Santa en Córdoba y su diócesis de la historia, y provenía del mismísimo obispado no de ningún complot judeo-masónico-marxista.

Las severas medidas adoptadas  provocan una furibunda reacción en contra, sobre todo en las localidades de: Castro del Río, Montemayor y Cabra. En Córdoba capital desaparecen las procesiones de Semana Santa desde 1820 hasta que en 1849 el Ayuntamiento de Córdoba, organiza la procesión oficial del Santo Entierro en la tarde del Viernes Santo que se orienta hacia unos cauces artificiales ignorando totalmente la rica tradición anterior.

La mayoría de las localidades cordobesas institucionalizan la procesión oficial del Santo Entierro. Solamente en un reducido número de poblaciones se incumple el reglamento de 1820: en Montoro las cofradías siguen sacando a la calle sus pasos ignorando la disposición del obispo. Como consecuencia de ello, el movimiento cofrade llevará una vida lánguida y carente del respaldo popular de antaño. Habrá que esperar al reinado de Isabel II para que se produzca una revitalización de las cofradías penitenciales.

A pesar de los altibajos que protagonizan en los siglos XIX y XX, las cofradías de Jesús Nazareno mantienen actualmente el fuerte arraigo popular que tuvieron antaño.

Heredera de la antigua Hermandad de Jesús Nazareno de Palma del Río, es la actual intitulada: “Muy Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de la Piedad y San Juan Evangelista” (así consta en la Orden Ministerial por la que se acuerda realizar una inscripción en el Registro de Entidades Religiosas con número de registro de salida 27/11/2003); que se reorganizó, se refundó o simplemente se creó nueva el 10 de agosto de 1940 por un grupo de excombatientes de la Guerra Civil Española de 1936-1939.

La pervivencia de las tradiciones barrocas es un fenómeno que da una indudable originalidad a las celebraciones pasionistas de la diócesis cordobesa, sobre todo en: Baena y Puente Genil pero… en el conjunto de la Semana Santa cordobesa, al igual que en la mayoría de las ciudades andaluzas, resulta innegable la creciente influencia del molde sevillano durante las últimas décadas, frente al escaso desarrollo y permanencia de lo autóctono.

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