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jueves, 16 de enero de 2014

¡SULTANA! LA FLOR MÁS LOZANA DEL SUELO ANDALUZ.

Así dice la letra de “Serenata a la Mezquita” una de las composiciones de la lírica cordobesa dedicada a la aljama cordobesa.

La Mezquita aljama de Córdoba, aljama porque poseía un “minbar” (púlpito) desde el cual el “jabit” (predicador) pronunciaba su sermón (“jutba”) en el que era imprescindible nombrar al califa reinante; fue consagrada Catedral cristiana por el obispo de Osma en el año 1236. A partir de entonces, con obstinada insistencia, los obispos que le han sucedido en la silla de Osio, han tratado de transformar la excepcional obra musulmana, sin igual en el mundo, para adaptarla a las exigencias del culto cristiano y hacernos olvidar que es una Mezquita.

En el siglo XVI una enérgica presión eclesiástica ejercida por el Cabildo Catedralicio logró transgredir la fuerte oposición del Cabildo Municipal y de los cordobeses quienes por mandato supremo de Carlos I, que falló a favor de la Iglesia ¡cómo no!, tuvieron que someterse forzosamente en 1532 a la gran reforma, que habría de entremeter, mutilando ampliamente la construcción de Abd al-Rahman II y parte de la de Almanzor a la aljama cordobesa que a pesar de la composición de Ramón Medina, nunca quiso ser cristiana para ser por siempre mía. Se dice, que al ver Carlos I la Catedral dentro de la Mezquita  comentó al obispo fray Juan de Toledo “hacéis lo que hay en otras muchas partes, y habéis deshecho lo que era único en el mundo”.

En 1984 la mezquita de Córdoba fue declarada Patrimonio de la Humanidad por su carácter de monumento singular en el que la arquitectura árabe se manifiesta en todo su esplendor. En 1994, a propuesta del gobierno español, la designación se amplió al casco antiguo de la ciudad, que se incorporó a la Lista del Patrimonio Mundial con el nombre de Centro Histórico de Córdoba.

A estas alturas del artículo ya se habrán dado cuenta mis inteligentes lectores que vamos a hablar de la penúltima intervención que el Cabildo Catedral y el Sr. Obispo pretenden llevar a cabo en la Mezquita Aljama cordobesa para seguir, como desde 1236, adecuando la Mezquita al culto católico; esta vez están utilizando a los Hermanos Mayores de las Cofradías Penitenciales de Córdoba, que con gusto y sumisión, aceptan todo lo que venga de Palacio (expresión sevillanísima que como otras está siendo copiada en Córdoba) no en balde, es Palacio quien los designa a pesar de los votos que hayan emitido los hermanos de cada cofradía, porque cuando no interesa el resultado de una votación, se repite hasta que salga el que tiene que salir o lo que tiene que salir.

Desde mi punto de vista, así hay que ver la nueva intervención que se pretende realizar en la Mezquita de Córdoba, es un pasito más en la larga historia de intrusiones realizadas en este monumento, todas ellas, con el único objetivo de hacernos creer que es una Catedral Católica en vez de una Mezquita musulmana.

En román paladino, si nos ponen delante de la Catedral de Cádiz y nos preguntan qué clase de edificio es, diríamos que se trata de una Catedral porque nada queda de la antigua mezquita musulmana que fue convertida en iglesia bajo la advocación de Santa Cruz y que en 1263 fue consagrada como catedral. Igual sucede si nos ponen delante de la catedral de Granada, o de la catedral de Jaén, o de la catedral de Sevilla, o las catedrales de Tarazona, Zaragoza, Oviedo, Palma de Mallorca, Cuenca, Sigüenza, Toledo, Burgos, León, Palencia, Salamanca, Segovia, Barcelona… Pero si atravesamos la puerta del Perdón, nos vamos de frente, traspasamos el arco de las Bendiciones y entramos por la puerta de las Palmas y nos preguntan dónde estamos diremos que en Córdoba, bajo los arcos de la Mezquita, mansión que el arte diera a la fe…

Esta nueva intervención que se pretende, consistiría en mutilar la celosía de la Puerta del Pilar que, en los años 70 del siglo XX diseñó el arquitecto Rafael de la Hoz Arderius, con el fin de que las Hermandades Penitenciales puedan entrar y salir de la Mezquita y digo bien, porque en ningún momento podrán atravesar la llamada Capilla Mayor, el crucero de la catedral adosada a lo largo de los 243 años que duró la obra; la razón es muy simple: estamos en una Mezquita y los pasos no caben entre los arcos para llegar a la Capilla Mayor.

De las 37 Hermandades que hay agrupadas, 30 han votado a favor de cambiar la actual carrera oficial y dirigirla hacia la Mezquita; cuatro hermandades han votado en contra: Resucitado, Entrada Triunfal, Caído y Ánimas y dos se han abstenido: Esparraguero y Merced.

Tres pasos tienen, debido a su anchura, dificultades para acceder a la Mezquita: el Remedio de Ánimas, el Señor de la Humildad y Paciencia que no pueden pasar por la Puerta de Santa Catalina y el paso del Esparraguero, el más ancho de la Semana Santa cordobesa, que tampoco podría entrar en la Mezquita.

Curiosamente una hermandad que sí puede entrar sin dificultad en la Mezquita y atravesar el crucero de la Catedral, no ha obtenido la venia de las Hermandades agrupadas para poder realizar su primera carrera oficial, nos referimos a la Hermandad del Santo Cristo de la Universidad, Nuestra Señora de la Presentación y Santo Tomás de Aquino, uno de los motivos: sus pasos no son adecuados… adecuados para qué si caben perfectamente por las puertas de la Mezquita; los pasos no adecuados en este nuevo recorrido oficial serían el de la Humildad y Paciencia, el del Esparraguero y el del Remedio de Ánimas… o no.

Si le planteamos a un europeo culto que vamos a mutilar una celosía, Patrimonio de la Humanidad, para que, si el tiempo no lo impide como en los últimos años, durante 7 días de los 365 días que tiene el año, puedan entrar y salir a determinadas horas, algunos pasos de la Semana Santa de Córdoba… no nos entendería y no porque fuese extranjero, sino porque no tiene lógica alguna.

¿Es realmente necesario ir a la Mezquita para estar en presencia de Jesús de Nazaret? “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mt 18,20)

Obra tras obra, intervención tras intervención, la Iglesia Católica va marchitando a “la flor más lozana del suelo andaluz”.

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